Donde hay alguien de la PUCP, hay una sede | María Raguz


María Raguz es PhD en Psicología Social de la Universidad de Radboud de los Países Bajos, magister en Psicología Educacional de la Universidad de Wisconsin, y Licenciada en Psicología por la PUCP, institución en la cual es docente desde hace 45 años. Ha sido Jefa de Departamento y actualmente es Decana reelecta de la Facultad de Psicología, facultad que logró la autonomía bajo su gestión como Jefa de Departamento hace cinco años. Tiene premios nacionales de Psicología y de Investigación, y es consultora a nivel internacional de diversas entidades, habiendo publicado y ejercido docencia dentro y fuera de nuestro país. Dirigió, en la PUCP, la primera Maestría en Psicología en el país, y el primer Doctorado en Psicología de la universidad, ambos aún activos. Adicionalmente, la labor académica se ha complementado con el desarrollo de políticas públicas y marcos internacionales en temas de adolescencia y niñez, mujer, salud reproductiva, derechos sexuales, y género, particularmente a partir de ser fundadora y directora de varias ONG de importante trayectoria, como la Red Nacional de Educación, Salud Sexual y Desarrollo para Jóvenes REDESS JÓVENES, ForoSalud, y el Centro de Salud Reproductiva y Desarrollo del Instituto Bill & Melinda Gates, la Universidad Johns Hopkins y la UPCH. Todo ello ha coadyuvado a una visión integral de la formación en Psicología y a un orgullo por la PUCP, que nos comparte:

“Yo creo que la PUCP ha sido muy importante en mi formación. Es mi alma mater, mi segundo hogar. Ha sido muy importante tanto para mi formación académica profesional como para mi formación como persona. Llevo cuarenta y cinco años de docencia, soy decana desde hace cinco años, fui jefa tres años más, y profesora e investigadora. Si sumamos los seis años que fui estudiante, son más de cincuenta años en la formación en Psicología de la PUCP, la mayor parte de los sesenta y cinco años que tiene esta especialidad.

Yo diría que mi formación fue extraordinaria, aunque eran otras épocas y otra psicología. Me permitió, por ejemplo, sacarme la beca Fulbright -que no era precisamente muy fácil de sacar, era muy buena beca- y con ella logré ingresar a las siete universidades que me presenté en Estados Unidos (incluyendo Stanford y Nueva York). Todas me aceptaron, pero escogí Wisconsin por una serie de motivos y me fui fascinada a hacer mi maestría ahí.En la Universidad de Wisconsin, como estudiante de posgrado, me pareció que nosotros trabajamos mucho más y estudiamos mucho más en psicología, y eso me lo confirmaron después, los profesores visitantes a Psicología PUCP, de universidades de Países Bajos, Alemania, Canadá, Estados Unidos, España…. El nivel que dábamos en pregrado era comparable casi a un posgrado, con un muy fuerte el nivel de exigencia.

Eso fue a finales de los setenta. En los ochenta me saqué otra beca, de la Universidad Católica de Nimega en Holanda (actualmente Radboud University, en Nimega), dentro de un convenio con la Católica, que hasta hoy existe. Hubo un concurso y algunos profesores ganamos la beca para realizar nuestro posgrado allá, pero, como éramos mujeres, se nos hacía muy difícil y algunas tenían que dejar hijos y familias. Se diseñó un programa que le decíamos “Sándwich” y entonces, una hacía su doctorado con estadías periódicas allá y asesorías a distancia, por parte de profesores holandeses. Era “la época de la carreta”, porque no había computadora, ni Internet, no había nada.  Se mandaban los trabajos por barco; tu asesor demoraba meses en responder, y nos tomó diez años graduarnos. Al menos fueron trece profesores de psicología PUCP que estuvieron en el programa y yo fui la primera en graduarse, en el año 1991, el mismo día que la Dra. Cecilia Thorne y el Dr. Roberto Lerner. Logré hacer un buen trabajo en un contexto absolutamente distinto, una psicología distinta, basada en estadística, en matemática, muy distinta de lo que yo conocía en esa época”.

Además, la Dra. Raguz nos comenta que la beca consistía en que la PUCP los siga formando desde el extranjero por lo que el título de la maestría sería dado por la PUCP; sin embargo, debido al nivel que lograron los doctorandos de Psicología PUCP, la Universidad Católica de Nimega les dio el título a nombre de esa universidad de prestigio internacional.

“No sólo eso, sino que invitaron al Rector de dicha universidad a la graduación y, también, al embajador peruano en Países Bajos. “Fue una gran noticia porque demostramos”, dice, “que era posible la cooperación internacional, que no les había funcionado en un programa parecido ni en Cuba, ni en Indonesia, ni en otros países y, con el Perú, con la PUCP, se logró demostrar que era posible. Eso es prueba de que la formación que recibimos nos hace destacar también en el extranjero.”

Resalta que, a lo largo de su trayectoria, ha recibido varios premios en concursos nacionales e internacionales, otro indicador de la calidad PUCP:

“El último premio de investigación que recibí fue en el 2017, el Premio Nacional de CIES, por un trabajo en feminicidio, en equipo, junto con otros investigadores.

Después también recibí el Premio Nacional de Psicología Social otorgado por el Colegio de Psicólogos del Perú. Y el último fue el premio de “Psicóloga del Bicentenario” con otro psicólogo PUCP, el Mag. Álvaro Gonzales. El resto de psicólogos premiados fueron de otras universidades, rectores y personalidades distinguidas. Fue un honor. La carrera de Psicología nuestra se reconoce que forma bien y da muy buenos resultados.

He hecho mucho trabajo con ministerios, con agencias y Psicología PUCP está muy respetada y es un orgullo enorme. Pero, además, la Psicología PUCP es una formación integral, es una formación más allá de la Psicología, es una formación del ser humano, La Misión institucional, nuestros ejes de formación, los Estudios Generales Letras, y el vínculo con la realidad peruana no hace, no una universidad más, sino que tenemos un sello, somos una universidad conectada al país con y al mundo. Entonces, es realmente lindo ser miembro de esta institución, y ahora estoy muy orgullosa de que ya tengamos una Facultad y que seguimos con el plan que tenemos por competencias, que nos hemos acreditado internacional y nacionalmente, y que, con la pandemia, hemos tenido retos que nos han hecho sacar nuevos recursos y repensar la Psicología, una Psicología más actualizada, una Psicología viva, en desarrollo. Nos gusta enfrentar retos y seguir adelante y demostrar que la Católica es la Católica, y nuestra Facultad, la primera del país y la séptima en el QS Ranking 2022”, resalta.

La Dra. Raguz nos cuenta lo que significa para ella ser una representante PUCP.

“La represento en instancias profesionales, en colegios profesionales, en eventos académicos nacionales e internacionales, en instituciones del Estado, en otras universidades, en consorcios, en la cooperación internacional y siempre es, con la cabeza muy en alto. La más linda experiencia, fue cuando fui hacer un convenio con la universidad de Múnich y el Decano de Psicología parecía pensar ¿Cómo será esa Psicología del Perú? Después nos agarramos un total cariño y respeto¨, cuando vino con su esposa, también psicóloga, a trabajar a la PUCP, a investigar, publicar y enseñar con nosotros. Realmente nos valoran mucho cuando tienen la oportunidad de conocernos.

Me siento con la camiseta puesta. La Católica me enganchó, la PUCP es mi institución. Me identifico con ella, la quiero tantísimo, a nivel de poder sacrificarme, con placer, por ella, aunque creo que eso ha cambiado. La gente joven tiene otra mentalidad, otra relación con el trabajo y las instituciones, más instrumental, pero el cariño por la PUCP sí se siente en todas las generaciones”, indica la Dra. Raguz.

“Yo creo que ser Sede PUCP significa que tenemos un mismo corazón, es parte de la identidad de uno. Yo creo que los vínculos son muy fuertes, los afectos son muy fuertes y tú lo puedes ver. Yo iba a la Facultad a trabajar pre- pandemia desde antes de las 07:00 horas. y me quedaba hasta las 23:00 horas, me quedaba feliz…Tanto así que el personal de seguridad me avisaba que ya iba a cerrar la universidad y me invitaban a retirarme. O sea, disfrutaba de mi trabajo, disfrutaba estar ahí, y disfrutaba de la gente. Estaba muy contenta con mi centro de trabajo y ahora, en pandemia, cómo hemos luchado, cómo nos hemos reinventado también, eso es un orgullo. Tú te apropias de la PUCP y la PUCP se apropia de ti. La PUCP te marca para toda la vida. Te deja su nombre, su huella en ti. Entonces yo siento que hay ese vínculo muy fuerte, de ser PUCP”.,

Además, entre risas, nos cuenta cuáles fueron y son sus lugares favoritos en el Campus.

“Lo que pasa es que yo tengo cincuenta años de Campus -risas-, es que son muchos años. Yo empecé en la Plaza Francia, era una placita que está en el Centro de Lima. Ahí estaba Estudios Generales Letras y, luego, nos pasamos a una casona vieja en Riva Agüero, me acuerdo de eso. Tienen un sentido muy especial para mí. Los primeros años de Psicología fueron en el Fundo Pando, que no tenía nada y eran unos espacios gigantes. Ahora yo veo el extraordinario campus que tenemos. La cafetería de Ramón, que se la trajo de desde la Plaza Francia hasta el Fundo Pando. Luego está el edificio que tuvimos en esa época de los 80, que nos pareció lo máximo y que ahora quiero remodelar y hacer una infraestructura moderna y grande para los casi 800 estudiantes que tenemos, 200 docentes y el personal administrativo.

Para mí, lo más importante, luego de ser docente y, posteriormente, autoridad, es el arbolito, es el arbolito de la rotonda de Psicología, donde hacemos las ferias, donde se organizan para los desfiles Interfacultades. Ese arbolito donde calientan en el microondas, dónde se sientan a comer y todo el mundo se encuentra, es realmente algo lindo. Pienso hacer una yunza ahí cuando volvamos a la presencailidad.

Otro sitio icónico, de la PUCP y Psicología, para mí, es la Sala Cecilia Thorne, que ahora se ha convertido en el Auditorio Cecilia Thorne, que ya está listo y pronto lo vamos inaugurar. Porque en esa sala celebramos reuniones de profesores, se graduaban los tesistas y votábamos para las elecciones internas, pero, también, celebrábamos cumpleaños, navidades, maternidades, y muchos eventos más.  Así que esa sala tiene su recuerdo, su personalidad y, para mí, es otro de los recuerdos más importantes que tengo de la PUCP”.

La Dra. Raguz nos cuenta que recuerda, con mucho cariño, a las y los docentes que fueron parte de su formación.

“Recuerdo a mucha gente linda, maravillosos profesores como Matilde Ráez, que ya es emérita, y como Lucho Herrera, que se quejaba de que yo tejía en clase, pero me preguntaba cualquier cosa y yo sabía, estaba atenta… Pero a mí me impactó muchísimo la formación la psicoanalista Mati Ureta de Caplansky. Una mujer extraordinaria, que crecía conforme hablaba, llena de amor y de pasión y de fuerza. Una mujer luchadora que ha sido presidente de la comunidad psicoanalítica y, hasta hoy, es una autoridad y así la siguen llamando y sigue siendo. Creo que Mati fue una de las personas que me marcó muchísimo”.

Por otro lado, menciona algunas anécdotas que fueron parte de su vida.

Anécdotas tengo muchas y, más aún, con las que fueron o son mis amigas más queridas: Cecilia Thorne, Matilde Ráez, Marcia de la Flor. Tenemos tantísimas cosas que compartir, recuerdos tan divertidos, pero con Cecilia más, porque con Cecilia hacíamos bastantes travesuras. Nos íbamos a Holanda para el doctorado y nos íbamos a montar bicicleta o a hacerles bromas a los holandeses. Era muy, muy simpático todo con ella. Una vez fuimos a un congreso en México, con Cecilia, Matilde Ráez, Marcia y muchos más, y conocimos a Lenore Walker, que era una eminencia en el tema de violencia contra la mujer. Resultó ser simpática, sencilla, encantadora y nos hicimos amigas. Nos conocimos tomando unas margaritas en el bar y, desde entonces, nos llamamos las Margarita Club. Luego con ella vino al Perú y colaboró mucho con Psicología, al punto que la nombraron profesora honoraria por la Católica. El ser PUCP te permite eso, conocer gente increíble.

Finalmente, nos deja un mensaje para los postulantes y estudiantes de Psicología PUCP.

“¡Que no lo duden! La PUCP es una maravilla, no es sólo un diploma o cartón que mucha gente ha de reconocer. Tenemos cosas por mejorar y sabemos también que otras buenas universidades también, pero nosotros nos esforzamos y tenemos muy buenos resultados. Más que ese diploma, son esos recuerdos que no se borran nunca y que te acompañan toda la vida. Yo nunca me olvidaré de mi época universitaria. Somos parte de la PUCP, de ese tejido vivo, grande, complejo, de desarrollo y cambio, conectado a nuestro país, que aporta, que no sólo forma gente buena en su carrera, sino que está comprometida con mejorar el país, la sociedad y el mundo, y es a través de la institución y de sus profesionales, que nosotros aportamos”

Gracias a María y a más ejemplos de nuestra #ComunidadPUCP, aprendimos en estos 105 años que eres grande cuando haces algo grande por los demás y por ti mismo.

El conocimiento está de fiesta. #SéGrande #105PUCP

 

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